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Verdad y una mano izquierda

25ª DE LA FERIA DE SAN ISIDRO

Publicado: 2016-05-30

Segunda tarde de una semana donde llega a Madrid su majestad, y no hablo del rey sino del toro, el toro bravo y encastado que esperamos con tanta expectación aunque hoy no saliera en ninguno en su máximo dimensión. Los astados llevaban el mítico hierro de Adolfo Martín y fueron lidiados por una terna de mucho interés conformada por el toreo añejo de Rafael Rubio "Rafaelillo", el gesto de una figura como el francés Sebastián Castella y el triunfador de la Feria de Abril en su última oportunidad en el presente serial madrileño Manuel Escribano.

Soso el bajo primero que no galopa y se duerme en el caballo, coge el capote de Rafaelillo (azul rey y oro) con poca vehemencia y sin fijarse. Somete al manso el murciano que deja un par de derechazos sueltos de mano bajo, luego un par de series cortas de mérito con el suelto animal metido en la muleta. Por el izquierdo se viene hacia adentro y es imposible, va por la espada y demora con ella.

Hasta que llegó el cuarto y la emoción se apoderó de Madrid con una fuerza incontenible, por "Malagueño" pero sobre todo por Rafaelillo. Emociona de salida el cuarto y despierta los oles ante el toreo añejo de Rafael, en banderillas se desmonteran Pascual Mellinas y José Mora, este último es fuertemente ovacionado por un extraordinario último par. El toro mira a Rafaelillo que se cruza para exprimirle algún pase que no tiene, complicadísimo astado de peligro inminente con el que se arrima el murciano desde el comienzo. Faena de mucho valor y oficio con desplantes incluidos, naturales gigantes de un torero enorme ante un morlaco que muchos ya hubieran pasaportado por su lidia casi imposible. Verdad, es la palabra que mejor define lo que plasmó Don Rafael Rubio en el ruedo, una pena el pinchazo para luego matarlo de buena estocada. El presidente no concede la oreja y todo queda en una vuelta al ruedo de esas que valen mucho.

El noble segundo humilla con fijeza ante las verónicas de Sebastián Castella (grana y oro), mete riñones en su primer encuentro con el caballo y arranca de lejos en el siguiente pero es mal picado. Muy bueno el inicio del último tercio con una templadísima muleta aprovechando el galope y transmisión del burel que se apagó rápido, protestas a la colocación y Castella pone la muleta en la cara para llevar largo a un toro que vino a menos. Faena larga, palmas tras aviso.

Distraído el manso y desclasado quinto que dijo poco en los primeros tercios, pero con la muleta llegaría el momento de Sebastián aprovechando a un toro que cogió temple y tenía nobleza, derechazos de mucho temple perdiendo pasos. Con la mano izquierda llego lo mejor, a pesar del inexplicable comportamiento de un sector del público que solo quería ver mal al francés. Tres naturales muy largos de gran despaciosidad, solvente el de Béziers sin calar del todo en los tendidos, la faena se siguió sosteniendo por ese pitón. La mano izquierda de Le Coq demostró que, a pesar de su conocida frialdad, vale muchos quilates, se siguió gustando al natural toreando tan despacio como se puede soñar. Faena para reventar cualquier plaza que queda en una ovación con algunos protestas inexplicables de algunos señores que fueron a Madrid molestos con el matador. 

A porta gayola como acostumbra Manuel Escribano (sangre de toro y oro), el toro se le paró muy cerca pero tiró de enorme valor y se mantuvo firme. Intenta dos veces el par sentado en el estribo que no logra la correcta ejecución, brinda la faena al hijo —y aficionado práctico— del expresidente Adolfo Suárez. Tarda en arrancar un adolfo de embestida desigual que complico el lucimiento de un Escribano en mala tarde que nunca le encontró las vueltas.

Otra vez a la puerta de chiqueros el sevillano para recibir a un astado que luego sería mal picado, una constante en la tarde y en la feria, salvo algunas excepciones. En banderillas consiguió por fin el par sentado en el estribo con el peligro que conlleva, dejó antes dos pares reunidos y brindo el último tercio a la afición. Cambiados por la espalda ante un animal reservón al que luego costo exprimirle cada muletazo siempre uno por uno sin ligar. Silenciado se fue Escribano de una feria en la que había apostado fuerte con tres tardes y tres encastes distintos. 


Escrito por

Manuel Alegría

Estudiante de periodismo de la Universidad de Lima. @ManuelAlegriaC


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